El capítulo 6 del recientemente publicado «Libro Blanco de la Alimentación Sostenible en España» está dedicado al futuro de la pesca y la acuicultura. En este capítulo han participado 13 investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, la Fundació ENT y el Instituto Español de Oceanografía, entre ellos Joan Moranta y Sebastián Villasante de Alimentta.
Para transitar hacia un futuro de la pesca y la acuicultura más sostenible ambiental y socialmente, se proponen seis medidas encaminadas a que estas actividades contribuyan a la sostenibilidad del sistema alimentario:
- un sistema de control que garantice una mayor transparencia en el ejercicio de la actividad pesquera;
- una financiación que fomente la pesca y acuicultura de bajo impacto ambiental y mantenga el conocimiento tradicional;
- una participación real e igualitaria de las comunidades locales hacia la cogestión pesquera;
- un consumo responsable de productos del mar sostenibles y de producción local;
- una acuicultura sostenible basada en la producción extensiva y de cultivos multitróficos;
- una mejor financiación en investigación con mayor transparencia, cooperación, integración y disponibilidad de información.
Los productos de la pesca y la acuicultura representan una valiosa fuente de proteínas de origen animal para la alimentación humana. Por ello, este capítulo busca estar en consonancia con la Agenda 2030, que incluye en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible 2, 12 y 14 la importancia de una alimentación sana, promoviendo una producción agraria y pesquera de pequeña escala, con mejor acceso a los mercados, eliminado las subvenciones perniciosas, y reduciendo el desperdicio de alimentos. Para tener unos ecosistemas marinos en buen estado de conservación, es necesario mejorar el sistema actual de gestión pesquera y que los análisis económicos del sector tengan en cuenta la conservación del medioambiente y su contribución al bienestar social (incluyendo la perspectiva de género).
La insostenibilidad de los sistemas actuales
Los sistemas actuales de explotación pesquera son altamente insostenibles con importantes efectos ambientales, debido principalmente a la sobreexplotación que lleva al agotamiento de los recursos pesqueros y un deterioro severo de los ecosistemas y sus hábitats. Estos impactos se extienden más allá de las aguas españolas ya que la flota industrial de grandes buques que pescan en aguas lejanas, a pesar de representar tan solo el 2,4% del total de la flota, es responsable del 53% de las capturas oficiales. La acuicultura es un sector en evolución, con una elevada tecnificación, clave para suplir la creciente demanda mundial de proteína de pescado. Los efectos ambientales de la acuicultura son muy variables (físicos, químicos y biológicos) y dependen en gran medida de la especie, el método y la densidad de producción, produciéndose tanto en la columna de agua como en el fondo marino.
Un ejemplo de insostenibilidad es el elevado nivel de subvenciones que recibe la pesca, que contribuyen a la situación actual de sobreexplotación y pérdida de biodiversidad ya que ayudan a incrementar la capacidad pesquera, como por ejemplo la modernización de embarcaciones y el incremento de la potencia de motores, o que abaratan el coste de las capturas, como por ejemplo las exenciones de las tasas de combustible. La mayor parte de los subsidios a la flota pesquera española se otorgan a buques de pesca industrial y solo menos del 2% se destinan a la flota artesanal.
En el caso de la pesca, también existen debilidades en el sistema de seguimiento e inspección, lo que pone en peligro la eficacia de la gran cantidad de normativas existentes (internacionales, comunitarias, nacionales y regionales), cuyo objetivo es regular la actividad para que sea sostenible ambiental, social y económicamente. En el caso de la acuicultura, la complejidad de los procesos administrativos necesarios para la obtención de concesiones y autorizaciones para la instalación de nuevos establecimientos, o el cultivo de nuevas especies, desincentivan las iniciativas empresariales. Esta complejidad legislativa se debe a la disparidad de requisitos entre comunidades autónomas, responsables de su ordenación y concesión de licencias.
Cómo transitar hacia un futuro sostenible ambiental y socialmente
En conclusión, la transición hacia una pesca de bajo impacto y sostenible a largo plazo resulta crucial para mantener ecosistemas marinos sanos, resilientes y productivos, que aporten los bienes y servicios necesarios para la humanidad. Además, es muy necesaria para asegurar la soberanía alimentaria, ya que permitiría reducir la dependencia que tenemos actualmente de caladeros lejanos; mantener empleos de calidad y mejorar la sostenibilidad del sector. Sin embargo, el camino no es sencillo y en ocasiones se ve dificultado por fenómenos disruptivos inesperados como la reciente crisis de la COVID-19 a la que aún nos enfrentamos.
Idealmente, el camino hacia la sostenibilidad debería garantizar la reducción (o decrecimiento) en el uso de materiales, energía, costes y procedimientos que intervienen en el proceso:
- disminuir los impactos ambientales de toda la cadena de valor,
- eliminar la pesca ilegal, no declarada, ni reglamentada y las subvenciones perniciosas,
- simplificar la cadena de distribución y,
- reducir el consumo de productos producidos en zonas lejanas y procesados.
Al mismo tiempo sería necesario incrementar (o crecer) en:
- cooperación, colaboración y coordinación entre todos los actores,
- participación de las comunidades locales en la toma de decisiones, con especial atención a las cuestiones de género,
- investigación y,
- mejora en la financiación y su distribución.
Un futuro de la pesca y acuicultura más sostenibles ambiental y socialmente demanda entre otras cosas:
1. Acabar con la sobrepesca y reforzar el tejido social pesquero, con una participación real e igualitaria de las comunidades locales en la cogestión pesquera.
2. Acabar con la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), haciéndose imprescindible reforzar el control y la vigilancia.
3. Transitar hacia una pesca de bajo impacto y recuperar la identidad sociocultural marinera de las comunidades costeras.
4. Transitar hacia una acuicultura sostenible basada en la producción extensiva con especies de bajo nivel trófico, alternativas a la utilización de harinas de pescado en los piensos y cultivos multitróficos.
5. Favorecer el consumo y la comercialización de productos de la pesca y la acuicultura de producción local.
6. Aumentar la financiación en investigación y facilitar una mayor transparencia, cooperación, integración y disponibilidad de la información.