Autor invitado: Borja Nogué Algueró, Universitat Autònoma de Barcelona
(ICTA-UAB).
Sostenibilidad Pesquera
¿Existe un límite en la cantidad de pescado que se puede extraer del mar? Esta pregunta se hace eco de la preocupación del movimiento ecologista más amplio al preguntarse: ¿hay «límites para el crecimiento»? Si la respuesta es afirmativa, entonces ¿qué hay que hacer para mantenerse dentro de los límites sostenibles? Cincuenta años después de la publicación del histórico informe Los Límites al Crecimiento, nuevas líneas de investigación en sostenibilidad ponen de relieve la importancia de la autolimitación colectiva en lugar de la determinación externa y la imposición tecnocrática de límites ambientales a la acción humana.
Es difícil para los científicos establezcer un límite exacto hasta el cual se pueda extraer un recurso, o perturbar un ecosistema, para que los responsables políticos impongan restricciones que permitan cierta actividad de acuerdo con este límite. La complejidad de los ecosistemas no permite determinaciones tan simples y la ciencia también está ligada a la incertidumbre, los intereses de las partes y la controversia intelectual. En este sentido, el establecimiento de límites a la actividad humana tiene un carácter político ineluctable: lo que puede ser un límite necesario y aceptado en el uso de los recursos para una parte interesada no lo será para otra con intereses contrapuestos.
La investigación sobre autolimitación sostenible
Recientemente, investigadores en economía ecológica y ecología política del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) y del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ICM-CSIC), han publicado un estudio sobre cambios relevantes en la gobernanza pesquera que ha pasado de regular y establecer rendimientos máximos sostenibles a cogestionar colectivamente territorios y ecosistemas. Publicado en la revista Frontiers in Marine Science, el estudio muestra cómo están cambiando las percepciones y prácticas de los límites a partir de un estudio etnográfico de seis planes de cogestión de la pesca de artes menores en la costa catalana.
Los resultados de la investigación evidencian los desafíos sociales, ambientales y económicos a los que se enfrentan los pescadores de artes menores al tratar de establecer y mantener proyectos de autolimitación sostenible de su actividad pesquera. El estudio explora como las iniciativas de cogestión comunitaria se encuentran con obstáculos de tipo estructural al tener que manejar actores y fuerzas externas fuera de su control, tales como las regulaciones administrativas estatales y comunitarias, la competencia de otras actividades marítimas o la presión de las lógicas mercantiles. Sin embargo, los autores apuntan a la importancia de estos procesos como síntoma de un giro general de las limitaciones impuestas externamente a las autoimpuestas en la gestión ambiental, lo cual podría comportar mejores resultados para la sostenibilidad de la pesca. El artículo concluye abogando por la adopción de un espíritu de autolimitación colectiva en la gobernanza pesquera para proteger y beneficiar a las comunidades locales y sus entornos.
La crisis de la pesca en el Mediterráneo
Según la FAO, el Mediterráneo, junto con el Mar Negro, es uno de los mares más sobreexplotados del planeta: el 73% de las poblaciones comerciales disponibles evaluadas están actualmente sobreexplotadas.
Aunque la presión pesquera es menor que en la última década, sigue siendo el doble de lo que se considera sostenible, y algunas poblaciones se pescan once veces por encima del rendimiento sostenible (Comisión General de Pesca del Mediterráneo, 2022). La sobrepesca cronificada desde la década de 1990, junto con otras presiones antropogénicas que están afectando al océano a nivel global como el cambio climático, la destrucción del hábitat y la contaminación, han tenido un efecto negativo acumulativo en los ecosistemas mediterráneos que ha llevado a un aumento de su degradación. Una consecuencia de este declive ecológico es la disminución de los volúmenes de captura en todo el Mediterráneo en las últimas décadas.
Las pesquerías catalanas, situadas en el noroeste del Mediterráneo, ejemplifican la relación entre el deterioro del sistema ecológico y la disminución de la actividad socioeconómica. En los últimos 15 años, las pesquerías catalanas han experimentado una caída del 50 por ciento en las capturas y la pérdida de casi la mitad de la flota pesquera, siendo la pesca de artes menores la que se enfrenta al mayor descenso de barcos.
Los comités de cogestión pesquera
Para realizar esta investigación, se recolectaron datos durante diez meses de trabajo de campo (febrero – noviembre de 2021), incluyendo 60 horas de observación en las reuniones mensuales del comité técnico, que se complementaron con 35 entrevistas semiestructuradas, de dos a tres horas de duración, con representantes de cada sector participante en los comités (quince pescadores, ocho científicos, siete representantes de organizaciones no gubernamentales y cinco representantes gubernamentales).
En el momento del trabajo de campo, la mayoría de los comités habían estado funcionando durante poco tiempo y su desarrollo se estancó temporalmente debido a la emergencia de la COVID. El comité de cogestión del sonso (Gymnammodytes cicerelus), que fue el primero que se constituyó y sirvió de modelo para el resto de los comités, era el más consolidado y llevaba más tiempo funcionando cuando se realizó la investigación. Por lo tanto, el estudio refleja más la experiencia y los resultados obtenidos por los planes de gestión de este comité.
La autolimitación colectiva en la práctica
La investigación aporta claves para ayudar a entender cómo los pescadores llegan a participar en prácticas colectivas de autolimitación que pueden conducir a medidas concretas para mejorar la gobernanza pesquera. Estas prácticas incluyen el establecimiento de medidas acordadas colectivamente tales como la restricción del tamaño o el uso de las artes, el límite de capturas, el vedado espacial o temporal, el tamaño mínimo de los individuos, etc.
Los resultados del estudio enfatizan cómo, bajo ciertas condiciones, las iniciativas de cogestión comunitaria pueden fomentar valores de suficiencia y las prácticas de autolimitación colectiva, beneficiando a las comunidades pesqueras locales y sus ecosistemas. En los casos más exitosos estudiados, estas prácticas han permitido a los colectivos participantes de la cogestión reducir el volumen de capturas y las horas de trabajo, mientras que mantenían o incluso aumentaban sus ingresos, lo cual resultó en una mejor calidad de vida para los pescadores y una menor presión para la pesquería y sus ecosistemas.
Los resultados sugieren, sin embargo, que este proceso es complejo y no exento de dificultades y contradicciones. Mantener un cierto grado de autonomía de las jerarquías superiores de gobernanza, por ejemplo, es crucial para la experimentación y el desarrollo de mecanismos de autolimitación a través de los esquemas de cogestión, que a su vez también pueden ser percibidos como una imposición, especialmente cuando los pescadores no consideran que tales limitaciones sean justas o sostenibles. Además, estos procesos de autolimitación colectiva son vulnerables en la medida en que las fuerzas externas pueden entrometerse, específicamente las presiones del mercado o de otras actividades económicas en el mar, que pueden favorecer valores y prácticas más competitivas y extractivistas.
Nuevas estrategias (o no tanto) de sostenibilidad pesquera
El estudio concluye que, bajo ciertas condiciones, las iniciativas de cogestión pesquera pueden dar espacio a valores y prácticas de autolimitación colectiva que sean beneficiosas para la sostenibilidad ambiental, económica y social.
En el contexto de la rápida disminución del sector de la pesca de artes menores en Catalunya y en el resto del Mediterráneo, la autolimitación colectiva puede convertirse en un mecanismo democrático y enraizado al territorio que ayude a promover la sostenibilidad del sector pesquero de artes menores y artesanal. Además, las prácticas de autolimitación colectiva también pueden promover e informar formas alternativas de relacionarse con el medio marino, de interés también para el público general preocupado por el estado de salud del mar.
El estudio demuestra que existe también un sentido común entre los pescadores de que no es necesario ni deseable siempre capturar cada vez más peces, y que, dadas unas condiciones de vida seguras y dignas, están dispuestos a autolimitar su actividad en beneficio de la comunidad, el medio ambiente y de las generaciones futuras. Sin embargo, los autores advierten que los pescadores también pueden percibir la autolimitación colectiva como una imposición externa lo cual resulta en el desacuerdo, conflicto y oposición entre los diferentes actores y sectores que participan de la cogestión.
Por lo tanto, aunque esta investigación aporte algunas claves para el desarrollo sostenible de la pesca mediterránea a pequeña escala, también invita al estudio más extenso y pormenorizado de cómo puede la gobernanza pesquera adoptar y ampliar aún más un espíritu colectivo de autolimitación que defienda la autonomía, el bienestar económico y la sostenibilidad ambiental de las comunidades pesqueras.